Mi nombre es Robert, soy un viejo carpón que reside en aguas francesas, más concretamente en la localidad de La Collancelle , en aguas del lago Gouffier, en la zona interior de francia.
Tengo mucos años de vida, años de experiencia en los que me han capturado pocas veces a pesar de la masificación de pesca que sufre mi lago. Aquí vienen carpistas de toda Europa, alemanes, italianos, ingleses, españoles y como no, franceses. La vida aquí resulta tranquila, no nos falta comida, reina la paz y la tranquilidad y vivimos en una sociedad sin normas ni leyes, algo que no necesitamos.
Son muchas las experiencias vividas, pero me gustaría hablar de una en concreto que me sucedió hace dos semanas. Un grupo de españoles vino al lago a pasar dos semanas de pesca, en pocas horas me percaté de que se trataba de un círculo de amigos algo peculiar; Entre ellos pude diferenciar un economista, un Magistrado, un sociólogo y un político. La verdad es que les debo mucho, pues me puse al día de los problemas actuales en su país.
Allí no está permitida la pesca nocturna, aunque actualmente están dando pasos de gigante en el asunto y algo se está consiguiendo, pero me parece algo chapucero, descontrolado y sin futuro, pues resulta insuficiente a todas luces, algo que ni se parece al orden, control, seguridad y facilidades que se ofrecen aquí en mi lago. Las administraciones no tienen tiempo de ocuparse de aficiones tan concretas, y menos con la crisis económica y social que tienen en España en estos momentos.
Resulta triste y oscuro, triste porque no se si esos pescadores que vinieron al lago podrán ver con sus propios ojos la privatización del carpfishing en su país, quizás sus hijos o sus nietos, yo espero vivir para poder enterarme. Oscuro porque resulta complicado que con la actual normativa de pesca y crisis económica, alguien se aventure a solicitar a la Administración concesiones de lagos para gestionarlos, haga un estudio profundo de todas las condiciones y características y finalmente se decante por una inversión económica con peso, en donde apostará su futuro profesional con el consecuente riesgo.
Políticamente están sin esperanza alguna. Actualmente y según contó el sociólogo, el cual entró en debate con su Ilustrísima, están saliendo del mayor cáncer político de la democracia Española, una enfermedad que ha dejado a su país en la miseria y de la que tardará años en salir. Ese Zapaterísmo parece ser que finalmente, más que percatarse se ha retirado por haber agotado todas las posibilidades y lo peor de todo, ninguna con éxito. Como el fausto de Christopher Marlowe aprendió de mala manera, desear que un momento de dicha permanezca “igual” de forma indefinida, es una garantía para convertirlo en un camino hacia el infierno en vez de hacia una felicidad sin fin.
La solución a tales problemas parece no existir, pues el futuro político de su país se sustenta en otro brazo opuesto, con pelo canoso bajo un tinte oscuro y llamativo. Una balanza opuesta que se apoya en la eterna crítica, sin aportar solución alguna, que sencillamente partirá desde cero, intentando levantar un templo ya maldito, cancerígeno y que no tiene fin ni solución, pues el ladrillo se acabó.
En mi lago no existen tales problemas, pero sinceramente pienso que se trata de un problema que reside en el “selft”. Aquí no tenemos leyes, ni economía ni política, nos basamos en la subsistencia que nos brinda la naturaleza. Nuestra convivencia es pura y los conflictos son escasos. Es cierto que al ser un lago intensivo de pesca y privatizado, no nos faltan boilies, pero creo que eso hay que agradecérselo a los carpistas, al ser humano. Si no fuese un ser tan codicioso, repleto de avaricia, altivo, soberbio, al que le corrompe el poder, la gloria y el dinero, dudo mucho que nos lloviesen tantos boilies al agua con el afán de capturarnos, lo cual son defectos que los carpones como yo, debemos agradecer.
El sociólogo me hizo descubrir la situación tan desastrosa que vivía su país, un sociólogo llamado Dacio Gil, un recién aficionado a la pesca de la carpa que había descubierto recientemente sus cualidades como pescador. Pero lo que verdaderamente le apasionaba, era el poder escapar durante unos días de esa sociedad tan corrupta e injusta, en donde el propio hombre gobierna para su propio interés, encontrando goce y disfrute en sus más íntimos defectos maquiavélicos.
El Magistrado continuó haciendo una disertación de sus experiencias vividas, intentando justificar y alardear de su objetividad e imparcialidad, a la hora de juzgar y ejecutar lo juzgado. Yo como carpón no conseguiré comprender jamás tal situación, con ensañamiento y alevosía. ¿Cómo es posible una justicia veraz, honrada y pura hecha por el hombre, para el hombre y aplicada por el propio ser?. Resulta catastrófico, autodestructivo, una intención forjada por seres imperfectos en un mundo defectuoso, en donde se solventa todo en base al error.
Simplemente fueron unos días de pesca, en donde pude comprender la triste situación que vivían esos hombres en su país. Nosotros los ciprínidos no tenemos tantos problemas, nos dedicamos a gozar de una vida sosegada, disfrutando y sabiendo apreciar las pequeñas cosas de la vida. Y finalmente quizás deba agradecer ser carpa, pues nosotros los peces no nos dejamos sobornar por el dinero, ni impresionar por el poder ya que respondemos únicamente a la humildad, la quietud y la infinita paciencia.
Seguiré reflexionando más adelante sobre ese mundo en el que pretendéis sobrevivir, y la próxima vez que reciba una visita interesante de carpistas como los citados, no dudaré en contarla….
Artículo realizado por: Eduardo Zancada