Me gustaría compartir una anécdota que me ocurrió una vez en un conocido embalse madrileño, hoy cuna del carpfishing en Madrid y que tras aquella sesión me hizo reflexionar. Algunas veces, nos obsesionamos demasiado en nuestro puesto, aquel que hemos preparado a conciencia y que una vez allí, las cosas no pintan tan bien como parecían, desistiendo de cambiar de cebo o técnica, dando como resultado final de la sesión, un bolo de escándalo y el haber perdido una gran parte de nuestro preciado y escaso tiempo libre.
Como decía anteriormente, me encontraba al amanecer a orillas del embalse del Vellón, justamente en la cola de Guadalix, el día anterior me había pasado ojeando durante varias horas fotos que tengo del embalse vacío, para así buscar un puesto bueno donde lanzar mis cebos y que en pocas horas me diera resultados positivos. El embalse se encontraba al noventa y cinco por ciento de su capacidad y la práctica totalidad de la recula estaba llena.
Mi puesto se encontraba cerca de cauce del río, donde tenía pensado interceptar alguna de las panzonas que en este embalse sabemos muchos que hay. Todo parecía perfecto, tiempo primaveral, no mucho calor, las carpas saltando por la zona, algunas empezando con el desove, etc., lo que muchos darían por un día de pesca asegurada.
Me dispuse a cebar antes de preparar las cañas, para ir atrayendo a las carpas, confiándolas y tenerlas listas para cuando lanzase mis cebos. Algunos micro pellet, algo de engodo, semillas y boilies, vamos, lo necesario para prepara un cebadero en condiciones. Monté las cañas, lancé y a esperar con ilusión la ansiada picada.
Una hora, dos, tres, cuatro, las doce y media de la mañana y ni un miserable pip. En la orilla opuesta, se estaba realizando uno de los campeonatos para clasificarse en los selectivos de Madrid y alguno de mis amigos se encontraba en él, así que decidí hacerles una llamada para ver si la mala suerte también les acompaña como a mi. Tras unos saludos de rigor me dicen que llevan seis peces de mediano tamaño 4 a 6 kilos y es en ese momento cuando a uno se le infla la vena gorda de la cabeza y empieza a blasfemar y pensar, ¿que narices pasa?, ¿que estoy haciendo mal?, esta gente si y yo nada, pero si esta todo perfecto¡, el lugar, peces activos, será algún enganche, se habrá enredado el montaje, tortugas, cangrejos, dinosaurios… miles de cosas que se le pasa a uno por la cabeza que nos martirizan el día.
Y es señores en esos momentos, cuando las cosas no funcionan y donde uno tiene dos caminos. El primero, dejar las cosas como están y si la diosa fortuna nos recompensa nuestra paciencia con una carpa, que dios la tenga en su gloria. O empezar de cero dentro del puesto en el que estamos, analizar que posibilidades tenemos y corregir el error .O a las malas, recoger y cambiarnos de puesto.
En mi caso me quedé en el puesto y empecé a analizar el puesto y mi montaje.
PUESTO: Zona de poca profundidad, con carpas activas, estando toda la zona llena de plantas inundadas.
MONTAJE: Semifijo y boilie de calidad fondante.
POSIBLE ERROR: No encuentran el cebo, ya que se queda escondido entre las plantas.
Cambie el montaje y en vez de plomo, puse un feeder repleto de engodo de color amarillo, al que le había añadido un poco de dip concentrado para activar mas la zona donde se encontraba mi cebo y el montaje que elegiría fue un 360 con un fluoro pop up de Squid Octopus de la marca Dynamite Bait, con un gusanito de foam soluble para que este se posara suavemente sobre la vegetación sumergida.
Volví a lanzar y pasados unos quince minutos, una de las cañas se arranco, VIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIPPPPIIIIIIIIIIPPPPP, por fin el corazón se acelera, sales corriendo hacia la caña como si de un plusmarquista te trataras y deseas que no se desclave ni se enganche. Tras una estupenda pelea logre ensalabrar una preciosa común de casi doce kilos, la primera de aquel precioso día, la siguieron otra común de diez, otra de ocho común y siete kilos y medio de royal según mi libro de apuntes, en el tengo anotadas todas mis sesiones de pesca hasta la fecha.
Por eso desde aquel día, cada vez que las cosas empiezan a complicarse, me decanto por el segundo camino, aunque cueste empezar de cero y dar al traste con lo que hemos planeado en casa los días anteriores. Simplemente cambiando una de las cañas fuera del cebadero, distinto cebo, quitándola del trípode y poniéndola en otro sitio etc…
Espero que estas líneas os sirvan de algo y que os deparen como a mi, un gran día de pesca.
Artículo realizado por: Miguel García Baez
No hay comentarios:
Publicar un comentario