Artículo realizado por: Eduardo Zancada
La fecha escogida para nuestra sesión de pesca, hubiese sido otra con toda seguridad, evitando así los cambios bruscos de clima: viento, lluvia, fuertes corrientes, humedad y un tiempo en constante cambio que no aclaraba ningún dato preciso en nuestras mentes, sin poder predecir las ventajas pero si, los factores negativos de nuestra futura sesión de pesca. Por motivos personales y una ilusión interna que nos conduce de forma obligada a disfrutar de esta afición, no quisimos cambiar la fecha de tal aventura, simplemente habría que enfrentarse a los obstáculos que la naturaleza nos imponía, obteniendo así un aliciente más para disfrutar de las dificultades superadas.
Eran finales de Febrero, el peor mes del año para buscar a nuestros ciprínidos que descansan en la más profunda de las posturas estáticas e inactivas, nuestra aventura duraría cinco días y nuestras conciencias estaban tranquilas, el tiempo nos iría desvelando los resultados y las preferencias de los peces.
A la sesión de pesca acudieron Antonio Crespo y Eduardo Zancada (dos amigos a los que la constancia, el buen hacer y la correcta coordinación en las estrategias de pesca daría su consecuente resultado) acompañados por la impecable presencia de sus amigos ingleses, Jason Temlett y su mujer Denise Gibbs, una pareja apasionada del carpfishing que se unía a nuestra aventura después de haber pescado tres meses por toda Europa con grandes éxitos y que nos acompañaba con las mismas ganas de siempre, en busca de bonitos ejemplares de ciprínidos. Para ellos, el carpfishing se simplifica en una filosofía de vida, una forma de vivir en su pura esencia.
Llegamos al escenario de pesca el miércoles por la mañana y pudimos observar que las aguas arrastraban con gran facilidad, los deshechos que la naturaleza brindaba al río sin rencor, la corriente era considerable y las aguas se mostraban frías, indicándonos que deberíamos de tramar una estrategia de pesca muy concreta y nos pusimos a ello.
La zona caliente, se hallaba en la orilla opuesta a la nuestra, en donde situamos los tres cebaderos diferenciados por los distintos sabores de boilies y una más que generosa cantidad de semillas. La corriente del río causaba una incómoda comba en nuestras líneas y nuestros plomos eran arrastrados inicialmente por su fuerza, situación que conseguimos resolver con plomos big grippa de 140gr y elevando las posturas de nuestros trípodes para conseguir que nuestras líneas se introdujesen en las aguas, cerca de la orilla opuesta (resolviendo así el problema de la comba en la línea).
Eran las siete de la tarde y todo estaba dispuesto para la acción, habíamos pasado el día sin ninguna captura, pero disfrutábamos de aquel peculiar atardecer de Febrero bajo la lluvia, refugiados en nuestros paraguas, fue entonces cuando nuestro amigo Jason se acercó a nosotros para decirnos una frase, algo que me dejó impactado y que había escuchado alguna vez en forma de leyenda que provenía de la cuna del carpfishing en Inglaterra, nos dio las buenas noches, pero antes de girarse, con el puño cerrado y una mirada firme nos dijo “TIGHT LINES” y sonreímos mientras repetíamos la frase a modo de contestación, llenos de ganas y motivación.
La noche pasó con dos pequeñas capturas que fueron devueltas a su medio con sumo cuidado. Sobre las once de la mañana comenzó una tímida actividad por parte de los peces, algo característico de estas fechas invernales, fuimos cobrando los peces que no superaban los seis kilos de peso (algo que no nos extraño debido a la inicial cantidad de semillas en aquel lugar) y disfrutando de los tímidos resultados de pesca. Antes del segundo atardecer y después de haber pescado numerosos peces de escaso tamaño, una carrera rápida y llena de energía sonó en una de las cañas. Esta vez se trataba de algo distinto, la clavada fue rápida y corta a su vez ya que una loca carrera comenzó río abajo por parte del pez sin dejar tregua al pescador, lentamente y después de varias carreras, la naturaleza siguió su curso y el primer gran ejemplar se introdujo en la sacadera, se trató de una gran carpa fully scalled con una bonita librea invernal.
Los resultados llegaron y poco a poco fuimos cobrando piezas de mayor porte, destacando dos bonitas tencas y varias carpas fully scalled que nos dejaban impactados con su presencia y espectaculares lomos.
En todos los atardeceres y antes de que la noche se hiciese presente, cebábamos la zona con un amplio surtido de boilies con los cobras. En un principio utilizamos snowman como montajes de cebo para seleccionar a los grandes ejemplares, algo que más tarde sustituimos por boilies de 30mm en modelos pop up con anzuelos del nº1, ya que la corriente de las aguas arrastraba muchos residuos naturales por el fondo y preferimos que nuestros boilies tuviesen una mejor presentación.
Los días pasaban y las carpas fueron haciendo presencia en todo tipo de tamaños y formas ya que conseguimos varias carpas cuero, fully scalled y lineales, sin menospreciar a las testarudas comunes que se hacían de rogar de vez en cuando.
No podremos olvidar, la imborrable presencia del clima, que a pesar de sus adversidades lo superamos con secuelas en nuestros cuerpos, pasados cuatro días bajo la constante lluvia y humedad, aun así, las ganas que teníamos por seguir disfrutando, ridiculizaban tal situación climática mientras nos centrábamos en cobrar los grandes ejemplares de carpa a cualquier hora del día.
En el cuarto día, la gran furgoneta de nuestro amigo Jason quedó atrapada entre el barrizal que la lluvia de cuatro días continuos se había ocupado de formar. Se trataba del transporte soñado por todo carpista, preparado con todos los detalles pensando en la modalidad de carpfishing exclusivamente y dotado de todo tipo de caprichos que cualquier carpista desearía para la comodidad de sus largas sesiones de pesca (frigorífico, ducha portátil, calefacción, cocina), con el que había recorrido gran parte de Europa desde hacía tres meses y que ahora se encontraba encallado en aquel barrizal de forma impotente (si ésta hablase, estoy seguro que le diría unas cuantas cosas a su dueño). Pero no podemos descifrar el desenlace de tal situación sin describir el gran remolque que portaba con su furgoneta, con más de trescientos quilos de semillas y unos setecientos quilos de boilies que le acompañaron en su aventura por España y que arrancarían más de una sonrisa, en el rostro de cualquier carpista. Después de intentar durante cuatro horas escarbando en el barro, con palancas, empujones y demás artilugios, decidimos terminar con la amargura de Jason llamando a un tractor y permitiendo así que Jason, Toño y Eduardo siguiesen disfrutando tranquilos de lo que más les gustaba, el carpfishing.
Finalmente y en la última tarde antes de finalizar nuestra larga sesión de pesca, el cebadero se mostró generoso, atrayendo básicamente a las piezas de mayor peso y haciéndonos disfrutar plenamente de nuestra sesión de pesca que nunca olvidaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario