LAWCARP

Bienvenidos a mi rincón del carpfishing, lugar de rebeldia que tiene como destino mostrar la desconexión absoluta del mundo real. Integrados en la naturaleza de la que formamos parte ( hoy en día parece que nadie se acuerda) reivindico mediante el carpfishing mi lugar en ella. Porque las carpas no mienten ni hacen trampa, no pueden ser sobornadas con el dinero ni impresionadas con el poder y responden únicamente a la humildad, la quietud y la infinita paciencia.







viernes, 21 de diciembre de 2012

DEPREDADORES DEL INVIERNO


Con la bajada de temperatura propia de las fechas invernales, los depredadores reducen su metabolismo, produciéndose una ralentización en su actividad corporal que se traduce en escasos y perezosos resultados por parte de los pescadores. Son fechas duras para la pesca en general, aunque si insistimos y aguantamos las condiciones adversas que se nos presentan, podremos capturar alguna pieza de buena calidad, pues son estas fechas invernales en las que los grandes ejemplares tienen esa necesidad mayor e imprescindible de alimentarse.



La localización es un factor importante durante todo el año, pero mucho más en invierno, en donde deberemos de buscar los cortados y puntales que alberguen una buena profundidad entre los diez y quince metros, zonas en donde la termo clima es más confortable y les permite pasar el duro invierno. Si tenemos la opción de pescar desde embarcación, no hace falta decir que todo aquel desnivel que indique la presencia de cazaderos y lugares de paso, deberemos aprovecharlos y rastrearlos con nuestros señuelos más eficientes, sin olvidar las estructuras como pilares de puentes o ruinas bajo las aguas de posibles restos de poblaciones inundadas.



Está claro que  para estas fechas la paciencia debe de ser de acero, de hecho lo mejor son señuelos que profundicen mucho y con una buena acción natatoria al trabajarlos lentamente y como no podía ser de otra forma, las Rapalas Shad Rap se llevan la mejor nota. Es un señuelo clásico y con años a sus espaldas, en donde la experiencia lo dice todo, pues lo podemos trabajar muy lentamente en zonas profundas y parece que cuanto más lento lo movemos, más acción tiene que irrita y provoca esos ataques explosivos.





Otro señuelo muy propicio para estas fechas, son las Rapalas Clackin´rap y  Rippin´rap. Aunque no estoy muy de acuerdo en algún aspecto con este tipo de señuelos, debo decir que es una máquina de rastrear los fondos. En primer lugar, aclarar que no me convence y algún disgusto me han dado los modelos sin babero porque nuestra línea se anuda en la parte superior del señuelo y no en la parte frontal como la mayoría de señuelos, provocando en ocasiones que la primera  posición mencionada  propicie la expulsión de la boca del depredador. Por otro lado y para sopesar la crítica, tenemos un señuelo con un sonajero que pueden detectar los lucios a distancias muy considerables, una acción natatoria libre, errática como ninguna otra y un señuelo que presenta un peso más que aceptable descendiendo  rápidamente a las profundidades.



Otro factor importante a mi parecer y que depende mucho de los gustos de cada pescador, es la tonalidad de los señuelos. Podríamos escribir un libro sobre los colores a utilizar dependiendo de factores como son la luz, claridad de las aguas, temperatura etc… pero si hay un factor primordial en invierno, es el uso de colores realistas y naturales. Entre los señuelos STORM, hay tres que son mis preferidos en determinados lugares, pues imitan con naturalidad a un buen alburno o un alevín de Black bass, son los modelos baby Bass,Pearl y Shad.



Las horas centrales del día en invierno son las más calientes, provocando un aumento de actividad de los depredadores que no deberíamos dejar pasar por alto. Espero que este pequeño repaso de pesca invernal del lucio, sirva para recordar las claves de qué debemos utilizar, dónde y cómo.

Suerte y buena pesca.

Artículo realizado por: Eduardo Zancada



lunes, 19 de noviembre de 2012

EL GRAN DORADO







  

Nos levantamos a las 4:30 de la mañana para culminar nuestro segundo gran día de pesca en el río Paraguay, un paraíso sin límites que nos había sumergido en una aventura épica. Después de los resultados del día anterior capturando pirañas y Pacús, mis quejas eran nulas, al terminar dicha jornada fotografiándome con un cocodrilo.



Comenzamos a pescar con las lombrices de metro y medio que había que ensartar en los anzuelos con mucha habilidad, colocando finalmente un pez vivo con forma de anguila de unos 20cm, algo explosivo. Los resultados no se hicieron esperar y las primeras pirañas comenzaron a atacar a nuestros peces vivos sin contemplaciones. Era una bonita imagen pero terrorífica a su vez, un paisaje tan exótico y unos peces así de monstruosos.



Decidimos dejar de pescar a fondo con el pez vivo y apostamos por cacear un rato cerca de los cantiles escarpados de una montaña rocosa. Nuestros peces Rapala Mágnum de colores llamativos, tenían una acción en el agua demoledora, cubriendo el suficiente terreno a la profundidad adecuada, no tardando en producirse la primera carrera de línea que terminó en un gran salto fuera del agua por parte de un pez perro. Tenía un tamaño decente, ya que bien podía sobrepasar los 7kg y sus colmillos debían de ser espectaculares. La mala fortuna  que acompaña a los pescadores con las grandes piezas estaba presente e hizo que se desprendiera la pieza en una de sus fuertes cabriolas. Menos mal que se trataba de un paraíso de pesca, en donde la pesca abundaba, permitiéndonos capturar más peces de colmillos afilados, unos auténticos vampiros de agua dulce que atacaban casi cualquier modelo de Rapala que le presentábamos.



Yo únicamente me limitaba a disfrutar de la pesca  pero el caso es, que cada kilómetro que avanzábamos no veía manguruyúes, pero si nuevas especies que incorporaba a mi lista de peces exóticos, por lo tanto, la satisfacción personal era grandiosa. Seguimos avanzando y después de que todos capturásemos unos cuantos peces perro, Junior tuvo una brutal picada, se trataba del primer Dorado de la jornada que no hacía más que saltar fuera del agua y terminó partiendo la línea. Una pesca complicada la de Paraguay, habíamos perdido el Dorado y un viento fortísimo se levantó. Se trataba de un viento de unos 50km/h, algo imposible de soportar y que nos obligó a refugiarnos empotrando la lancha entre los gigantes camalotes de la orilla que aguardaban bajo los árboles. No teníamos muchas opciones más, así que seguimos pescando desde la orilla con nuestras lombrices de metro y medio.


La primera picada  no tardó en suceder, tiraba igual que una gran carpa, sus carreras eran complicadas de frenar a pesar de los equipos de pesca de alta mar para grandes peces (jamás me acostumbraré a los carretes con manivela en  el lado derecho) el guía Oscar me dijo que se trataba de un “Armado” y  yo como un poseso, comencé a tirar con más nervio pues me sonaba cojonudo el nombre del pez y no tenía ni idea de cómo era. Cual niño pequeño poseído caña en mano (todos lo somos) conseguí sacar a superficie aquel ejemplar de unos ocho kilos. Su línea lateral era una larga hilera de cuchillos afilados, un pez que únicamente se podía agarrar por el opérculo cercano a las agallas, pues la boca es similar a la de una carpa y toda la línea lateral son cuchillas que te cortan con facilidad con un simple movimiento de cola.  Una vez  devuelto a las aguas, mientras soportábamos aquel viento seco de 50km/h a 55º de temperatura y 100% de humedad, comenzó el festín. Al poco tiempo de lanzar la caña los armados entraban al cebo deleitándonos con sus carreras y fuertes coletazos. Dobletes, tripletes… Junior, Andrea y yo capturamos unos cuantos de porte considerable hasta que decidimos seguir avanzando, pues el viento se había calmado.



Después de veinte kilómetros más río abajo, llegamos a una zona tranquila que prometía bastante y así fue. La Línea comenzó a salir de forma continua y lenta, como si la gran clavada que ejercí sobre aquel pez fuese baladí, pues parece ser que ni se inmutó. Me recordaba mucho a la forma de tirar de los siluros, solo que más lentamente. Se posó en el fondo unos segundos sin dejarme que le moviera, lo cual era una buena señal pues podía ser lo que venía buscando. Después de una dura lucha corriente arriba, corriente abajo, asomó su gran cabeza. Se trataba de un manguruyú de unos 25 kg, no era una bestia de 80kg pero ya lo había conseguido.
Sin darnos cuenta, habíamos pescado seis de las ocho especies principales de aquellas aguas y todavía pescaríamos le séptima.




Llegaba el atardecer y nos quedaba una hora escasa de pesca, así que decidimos cacear nuevamente con las escasas Rapalas que traje desde España, intentando capturar uno de esos lingotes de oro suramericanos. Seguimos caceando hasta llegar a una zona rocosa que tenía bastante buena pinta y saltó mi carrete, de tal forma que casi  revientan todos sus engranajes, pues me había pillado sacando línea y cuando quise cerrarlo no había manera.



 Enseguida nos percatamos de que se trataba de un gran Dorado, un lingote de oro precioso de aquellas aguas, difícil de capturar hasta casi un punto anecdótico, pero finalmente lo conseguimos, capturando un gran Dorado medio paraguayo medio Brasileño, algo para mi excepcional. Después de fotografiarme y quince minutos antes de marcharnos, Junior decidió dar otra pasada con la embarcación, pues estos peces son territoriales como los lucios y tienen los apostaderos muy delimitados. No tardó en entrar el segundo Dorado en la Rapala de Junior, otro diablo de agua dulce que saltó en varias ocasiones dejándonos boquiabiertos, una pieza excepcional que nos dio una despedida perfecta en aquel atardecer.


                                           (uno de los múltiples tipos de catfish)

Finalmente y después de desembarcar y despedirnos de nuestro guía Oscar, la aventura continuaba. Al llegar al hostal en las cercanías del embarcadero, decidimos que había que partir de regreso con urgencia con el fin de alcanzar la carretera más próxima que estuviese asfaltada. Anunciaban fuertes lluvias para esa noche y de camino hasta la primera población teníamos seis horas de mega camino de cabras, no existía carretera, teniendo que atravesar cuatro pequeños ríos que se encontraban cada cual en su respectivo cañón, de tal forma que cuando llovía alcanzaba cada río una profundidad de 2m de profundidad, debiendo de esperar un día o dos (después de las lluvias)  para poder atravesarlos.



La situación se complicó cuando la señora del hostal en el que nos encontrábamos, nos recomendó no viajar de noche, pues había asaltos en el camino y era peligroso. Esto anterior (sumado a que no teníamos gato para las ruedas ni ningún tipo de protección) nos dejó bastante confusos pero finalmente decidimos aventurarnos imprudentemente en el camino para alcanzar la siguiente población (ya con camino asfaltado) a seis horas de distancia. Por suerte pudimos atravesar los ríos, no sufrimos ningún asalto y pudimos atravesar los incendios que había a ambos lados del supuesto camino.



Alcanzamos la civilización, habiendo vivido una experiencia inolvidable junto a Junior que nos proporcionó un final de luna de miel salvaje¡¡¡¡



Solo puedo terminar este artículo, corroborando la veracidad de la leyenda con la que empecé esta historia:

Nunca pensé que dicha aventura pudiese terminar en tal lugar, rodeados de yacarés, pirañas, manguruyúes, surubíes y Armados, escorpiones de color púrpura y pumas salvajes, un lugar lindo como dicen allí en Paraguay, en donde corre la leyenda de que el pescador que prueba sus aguas, “siempre vuelve”. 

Gracias Junior.







Artículo realizado por: Eduardo Zancada

jueves, 11 de octubre de 2012

VALLEMÍ "UN DESTINO SALVAJE"




Nunca pensé que mi luna de miel pudiese terminar en tal lugar, rodeados de yacarés, pirañas, manguruyúes, surubíes y Armados, escorpiones de color púrpura y pumas salvajes, un lugar lindo como dicen allí en Paraguay, en donde corre la leyenda de que el pescador que prueba sus aguas, “siempre vuelve”.

Llegando a la parte final del viaje de novios nos dirigimos a la capital de Paraguay con el fin de asistir a la boda de dos grandes amigos, previa sesión de pesca exótica organizada por su cuñado. Después de un gran recibimiento y un buen asado propio de las tierras del Chaco, nuestro amigo Junior tenía preparada una sesión de pesca en el río Paraguay, más exactamente a doce horas en coche de Asunción, en la localidad de Vallemí, situada en el distrito de San Lázaro- Dpto de Concepción.

Empezamos la aventura  realizando un viaje nocturno de diez horas en el Toyota de Junior. Estaba totalmente equipado con unas cubiertas desproporcionadas para los terrenos del chaco, frontal de acero para envestir animales en situaciones de riesgo en el viaje (algo habitual), tres focos extras, suspensión extra y alzado con ballestas y por supuesto, un buen motor con cinchas para auto-remolcarse agarrado a los árboles en situaciones de inundación. Más tarde al ver la ruta, entendimos el motivo de llevar el vehículo cual tractor.










Una vez llegados al pequeño puerto, embarcamos en la lancha con nuestro guía Oscar, un experto lanzando su red manualmente a los bancos de peces pasto. El objetivo del viaje era capturar algún manguruyú de porte considerable, ya que tenía la ilusión en añadir una especie nueva a mi álbum para el recuerdo y no fue tarea fácil. Nada más comenzar la pesca, nuestros cebos a modo de peces vivos de veinte centímetros, eran atacados sin piedad, uno sin cabeza, otro sin cola y literalmente destrozados. Fue en ese momento cuando nos enteramos de la existencia de las pirañas y los cocodrilos de más de 2 mtr llamados yacarés.



Comenzamos capturando pirañas de gran tamaño, pues el guía nos comentó que tres horas río arriba desembocaba el amazonas, razón por la cual tenían ese tamaño las pirañas, rondando el kg o los 1,5kg.
El tamaño de la boca era suficientemente grande como para arrancar de cuajo la cabeza de una pequeña carpa de 15 o 20cm, así que sería mejor no caerse al agua en medio de un banco de éstas.




Los equipos utilizados eran de mar, preparados con monofilamento de 0,60mm, algunas veces insuficiente, pues partían la línea en plena corriente o la cortaban con los dientes, siendo la primera vez en mi vida que veo como cortan los clásicos bajos de acero como mantequilla.

Después de capturar bastantes pirañas y un Pacú siendo apreciado por los pescadores ribereños, tuve la primera gran picada. Ya me había avisado el guía de la forma de picar de los grandes, muy distinta al resto de depredadores de la zona, bajando la caña muy lentamente hasta notar la presión del anzuelo, momento en el que comienza la carrera y así fue. Lamentablemente y presa de la adrenalina como si de un novel se tratara,perdí aquel ejemplar. Simplemente me bajó la caña y comenzó a sacar línea del carrete sin darme la posibilidad de clavar o bombear el ejemplar con intención de pararlo, sacando unos cuantos metros, bajándome la caña hasta el agua y soltándose finalmente.





Los anzuelos y montajes utilizados eran bastante rústicos, pues el aparejo constaba de un plomo semi-fijo, anudado posteriormente a un bajo de acero de treinta o cuarenta centímetros que ni siquiera tenía emerillón, pero sí portaba un anzuelo con un ángulo que ocupaba toda la palma de la mano, motivo por el que había que pegar unas clavadas tremendas y con muy mala leche.
Continuamos la pesca en un lugar extremo, algo que no me podía imaginar y para lo que no estaba preparado, ya que un españolito cualquiera no puede concebir como algo natural que haya pumas, yacarés, pirañas, incendios y seis horas hasta la llegada a una “ciudad” por caminos de piedras y ríos, fue una ruta mucho más dura que la que podría ser la llegada a cualquier pantano de España, pero bueno.
Continuamos pescando río arriba y decidí fumarme un puro “Monte Cristo Open regata” con nuestro amigo Junior mientras contemplábamos un incendio de varías hectáreas pegado a una de las orillas del río, bajo un sol de 45º y con una humedad del 100% pero jodidamente feliz, pues aquello no había hecho más que empezar.




Andrea por su parte me había mojado la oreja como de costumbre, sacando casi el doble de pirañas y no la podía pedir más, era demasiado llevar a tu mujer en luna de miel a un lugar tan bello y terrorífico a la vez. Aunque bien entrenada en duras sesiones de pesca en la península Ibérica a bajo cero capturando carpas y muchas palizas de spinning por pantanos extremeños, los mosquitos tamaño helicóptero y los ruidos de los monos gigantes como los llaman allí, fueron quizás demasiado, cabreándose un poco cuando finalmente de noche decidí agarrar un yacaré con las manos para hacerme una foto, algo que fue imprudente pero sabía que seguramente tendría una única oportunidad en toda mi vida.




Llegado el atardecer y ya casi sin luz, los mosquitos eran insoportables, cubriendo nuestros brazos y rostro sin importarles los repelentes. Decidimos retirarnos y dejar la pesca para el día siguiente, habíamos tenido doce horas de viaje, nueve de pesca intensiva y teníamos que salir de pesca a las cinco de la mañana. Navegamos tres horas más río arriba y de noche, nos informaron de que el barco grande con camarotes en el que dormiríamos, estaba amarrado en brasil, así que pasaríamos la noche de ilegales en brasil, durmiendo en un barco, todo cojonudo, menuda aventura.



De camino al barco hicimos una parada técnica, los focos de la lancha se reflejaron en dos ojos brillantes en la orilla. Después de insistir al guía, nos acercamos a intentar fotografiar al yacaré sin saber el tamaño, yo ya estaba en la pomada, así que todo me daba igual. Se trataba de un pequeño yacaré de un metro, lo agarramos y me fotografié con él previo cabreo de mi mujer, pues mis manos corrían peligro, pero dudo que más que con las pirañas de 1,5kg, así que me hice la foto y lo devolví a las aguas mientras Andrea enfocaba con la linterna los ojos de la madre, que se encontraba flotando a tan solo veinte metros y tendría no menos de dos metros.





Terminamos aquella jornada en el barco, cenando yacaré que nos prepararon los lugareños de uno que habían cazado dos días antes, era todo un manjar sin hacerle competencia al surubí y manguruyú en taquitos que nos sirvieron junto a una sopa de piraña.



Nos quedaban cinco horas de sueño para salir nuevamente de pesca y al día siguiente nos prometían mejores zonas y mejores peces, así que nos acostamos para estar listos para otro gran día de pesca.


Artículo realizado por: Eduardo Zancada



CARPFISHING MEQUINENZA

martes, 24 de julio de 2012

MI PRIMER LUCIO. QUE HAGO!!!!!


Llevaba tiempo pensando como hacer un nuevo articulo sobre lucios, tenía entre manos mostrar como afrontar una sesión ante lucios de prefreza y post freza, pero tras enterarme del relato que le ocurrió a mi amigo  Carlos junto con un joven inexperto, he decidido enfocar este articulo a aquellos que se están iniciando, a los que no tienen demasiada destreza en manipular un ejemplar algo crecido y a comentar algunos de los utensilios que creo indispensables para poder realizar un día de pesca con éxito.



Me gustaría comentar, que lo que aquí se comenta es a base de experiencias personales, errores cometidos en el pasado, los cuales han sido subsanados a favor del respeto al lucio y el trato al animal.

Hace poco tiempo mi compañero Carlos estuvo echando unos lances junto con un amigo suyo. Tras conseguir engañar a varios lapiceros después de muchos lances, Carlos atrapó lo que parecía un gran lucio, después de varias idas y venidas pudo echar  a tierra una enorme lucia que acababa de frezar. Lo anecdótico de la historia fue que el joven que lo acompañaba intentaba sujetarlo y cada vez que el animal se revolvía, el joven por miedo a que le mordiera lo soltaba, cayendo el lucio varias veces al suelo, golpeándose con las piedras.
Carlos al saber de su fragilidad lo metió en el agua para reanimarlo y cuando lo tuvo un tiempo, se lo dejó momentáneamente a su amigo “el novato” para poder sacar la cámara de fotos y poder hacerse la foto de rigor antes de devolverlo. Lo siguiente que pasó os lo podéis imaginar, el lucio se revolvió, el novato lo soltó y Carlos se quedó sin foto y es que….
“CON QUIEN NIÑOS SE ACUESTA, MEAO SE LEVANTA”

Me gustaría borrar de una vez por todas las leyendas urbanas que cuenta que los lucios muerden, que se tiran a personas que nadan en un embalse con un colgante dorado en el cuello, que los submarinistas que reparan los muros de las presas bajan en jaulas porque son atacados. Todo esto es MENTIRA, UN BULO.

No hay datos reales de personas que hayan sido atacadas por un lucio, si no lo hace un siluro de cien kilos lo va hacer un lucio de diez, por favor. Lo más real, son las heridas producidas en las manos de algunos pescadores, causadas por una mala manipulación a la hora de desanzuelarlo.
Señores el lucio es un animal salvaje, que cuando se encuentra prendido intenta todas las formas posibles para escaparse, es instinto de supervivencia, pero no por ello muerden.



Creo que lo primero a tener en cuenta cuando uno acaba de pescar un  lucio es su Manipulación.
Los lucios pequeños, digamos de entre 500gr y 3 kilos son animales que se agitan mucho. Hay que tener cuidado con ellos, ya que podríamos clavarnos el anzuelo que aún sigue prendido en su boca o recibir un corte en la mano. Lo mejor es manipularlos en el suelo, a ser posible en hierva, si no en arena fina y si no hay ninguna de las dos opciones lo llevaremos a una zona lo menos pedregosa posible, procurando que se mueva poco para que no se golpee y se desescame. Muy bien, ya lo hemos pescado y llevado a tierra, ahora hay que desanzuelarlo, personalmente desaconsejo los abre bocas, creo que causan un daño innecesario al pez.
Existe una forma de desanzuelarlos, situando al lucio entre las dos piernas para controlar sus movimientos (como muestra la imagen), después introduciremos los dedos índice y corazón hasta el inicios de las agallas, justo debajo de la lengua del lucio.

Esa zona es carnosa y sin peligro de poder cortarnos con  sus colmillos. Una vez introducidos los dedos, el dedo pulgar actuará de pinza, sujetándolo fuertemente, de esta forma podremos obligarle a abrir la boca sin demasiado esfuerzo.
Existen en el mercado unas pinzas parecidas a las de los cirujanos, estas son más largas y nos serán imprescindibles en el desanzuelado del pez. También se comercializan tenazas de punta fina para este mismo proceso, pero son más pesadas y voluminosas que las anteriores y cuando uno hace varios kilómetros andando por la orilla, el utilizar material algo más ligero se nota. Con estas dos herramientas nos evitamos completamente el peligro de sufrir heridas en las manos.

Pienso que es de suicidas el querer quitarle del fondo de la boca a un lucio, un señuelo con la mano, el que lo intente tiene que saber que le esperan más de setecientos cuarenta colmillos dispuestos a triturarle la mano, así como una saliva anticoagulante, que producirá el retraso en el corte de la sangre en una herida, si esta llegara a producirse, por ello la importancia de disponer de una de estas herramientas.
Hay situaciones en las que el lucio no para de moverse, lo mejor es taparle los ojos con una mano (ojo con los anzuelos sueltos) y con la otra mano, sujetaremos el cuerpo hasta que se tranquilice, comenzando posteriormente la operación de desanzuelado desde el principio.



Algunas personas usan el boga grip para desanzuelarlos, es un útil instrumento, pero causan unos agujeros excesivamente grandes en las mandíbulas inferiores del pez. Si tuviera que recomendar alguno, este tendría que ser obligatoriamente giratorio. Una vez vi, aun pescador que por ahorrarse unos euros, comprándose uno más barato que carecía de giro,  le destrozó la mandíbula inferior a un luciete de cuatro kilos que giró sobre si mismo.
 El animal fue devuelto, pero dudo mucho que sobreviviera con el lamentable estado de su boca.
El desanzuelado y manipulación de un lucio mediano y grande es parecida, pero con unos conceptos muy a tener en cuenta.
Lo primero y más importantes es que nunca sacaremos del agua al animal en vertical, su traslado y manipulación será siempre en horizontal, sujetándolo con las dos manos, una por las agallas, de la forma explicada anteriormente y la otra por su zona ventral (altura del ano). La explicación de esto es, que al ser animales más pesados y largos, al posicionarlos en vertical y debido a la gravedad sus órganos internos (esófago, intestinos….) se estiran, pudiendo causarles lesiones irreparables sin nosotros percatarnos. Siendo más frágiles cuanto mayor es el lucio.

Una vez desanzuelado lo colocaremos en el estringer. No introduciendo el cable por las agallas, sino clavando el mosquetón en el inicio de la mandíbula inferior. El agujero causado es mínimo y nos ayudará a mantener el lucio con vida en el agua. La longitud de este será de entre tres y cuatro metros.


Para pesarlos siempre llevo en el fondo de mi mochila una pequeña red de un metro y medio de longitud por un metro de anchura. Si el lucio es grande lo podremos colocar en medio, uniendo los cuatro extremos a   modo bolsa grande, podremos pesarlo con un pequeño peso digital, evitando pesarlo enganchado por las agallas y ponerlo en vertical. Este tipo de redes no pesa más de sesenta gramos, ocupa poco y pueden encontrarse en las tiendas de supervivencia del rastro de Madrid.

Llegado el momento de las fotos existen dos posibilidades.

                 Primero que alguien nos acompañe. Perfecto, entonces podemos desechar el estringer. Una vez desanzuelado, nuestro compañero nos realizará unas fotos impresionantes antes de devolverlo. Esta operación no tendría que durar más de cuatro o cinco minutos. Los lucios grandes son muy frágiles, más aun si son pescados en verano, no nos aguantaran vivos mucho tiempo, ni siquiera en el estringer debido al agua tan caliente y con tan poco oxigeno.


                Segundo, que os pase como a mí, ir a pescar solos, por ello la importancia de llevar un estringer en la mochila. El tiempo que vais a tardar en montar la cámara de fotos y conseguir hacer alguna foto decente, estaréis en un ochenta y cinco por ciento de cargaros el pez si este no se recupera en el agua muy a menudo. Si el lucio se encuentra asegurado en el agua, nosotros estaremos más tranquilos. Cuando estoy solo, llevo un pequeño trípode que se hace extensible. Las fotos salen mejor cuadradas, a la altura que nosotros queramos y sin peligro de que la cámara se caiga y golpee con las piedras. Con el tiempo y un poco de práctica aprenderemos a colocarnos en la posición y distancia adecuadas, haciendo de nosotros  unos buenos fotógrafos autómatas.

Sobre las fotos diría, que las hechas con el pez en posición vertical son muy impactantes, pero dañinas para el lucio. En caso de hacerse, estas deben realizarse en el menor tiempo posible y siempre con una de las manos sujetando la zona ventral del pez. Así repartiremos algo más el peso, aminorando el daño posible. De ninguna manera el lucio lo sujetaremos únicamente de las agallas y colgado en vilo, como si se tratase de un jamón.



La cámara de fotos indispensable por supuesto, una vez colocada en el trípode, activaremos el temporizador (diez segundos suficientes), todas las cámaras digitales del mercado llevan integrada esta opción.

Después de la foto, pues que os voy a decir, yo esque soy muy torpe y en el ultimo momento se me revuelven y caen al agua escapándose…gajes del oficio.
He querido hablar de unos conceptos que la gente debería tener en cuenta y que a menudo se pasan por alto, dando más importancia a la localización y a la técnica empleada. Es importante tener una buena técnica y destreza a la hora de pescar, pero si nos consideramos unos buenos pescadores deportivos, también deberíamos tener presente como manipularlos, causándoles el menor daño posible, para así garantizar su supervivencia una vez devueltos a su medio.
Si están ahí tendremos la posibilidad de volver a pescarlos, siempre y cuando no acaben en manos de algunos, como este que os muestro en la imagen, que a juzgar por el tamaño de sus aletas rondaría los cinco o seis kilos. Triste final para tan noble criatura. Pero eso es otro tema……..



Por cierto, a los pocos días de habérsele escapado la gran lucia a mi amigo Carlos, volví por la zona un par de veces. Conseguí sacarla he inmortalizarla, ciento trece centímetros de luciodrila. Lastima de haberla pillado frezada, pero bueno, la pesca es así….



Espero que os guste y recordad CAPTURA Y AY AY QUE SE ME CAE ;)


                                                                             Articulo realizado por: Miguel García Báez

                                                                               
                                                                               



martes, 12 de junio de 2012

PVA EXPLOSIVO



Artículo realizado por: Eduardo Zancada


Mucho se ha escrito sobre las mallas de PVA y como conseguir con ellas una buena presentación, mejor localización del cebo y una atracción irresistible, algo que desencadene la decisión de los ciprínidos para tomar nuestro cebo. Estos son los objetivos de una malla de PVA de forma concreta, potenciando nuestro cebo y su atracción, ya sea por la simple imagen llamativa despertando curiosidad o por los aromas que puedan llegar a desprender.



Reconozco que soy un adicto a las mallas de PVA y únicamente prescindo de ellas en lugares muy presionados, en donde nuestros boilies permanecen muchas horas en el agua sin ser tomados y rodeados a su vez de algún hermano que le acompañe, presentando así una situación natural, como si de los restos de un cebadero se tratase. Son los únicos escenarios a mi parecer, en donde podría generar un rehúse del cebo en lugar de una toma y es algo que debemos tener en cuenta.

Antes de una sesión de pesca, me gusta llevar las mallas preparadas desde casa, bien jugosas y compactas, con objeto de que al romper, puedan saltar trozos de pellets y semillas a su alrededor, siendo de gran eficacia para este menester los clásicos pellets de maíz que se inflan hasta el doble de su tamaño, rajando la malla en el fondo del embalse y saltando a su alrededor, consiguiendo así que nos deje una presentación un poco más extensa.



Para mí, el hecho de que esté bien compacta es fundamental y para ello es necesario añadir gran cantidad de DIP en su elaboración. Cierto es, que supone un derroche económico, pero siendo sincero y si les sirve de algo, suelo incluir aceite de oliva en grandes cantidades al igual que en la preparación de la masa para hacer boilies, algo digestivo, sano y que nos ayudará a tener unas mallas súper jugosas. Es un elemento que solo aporta beneficios y a poco que añadamos un dip salado o dulce, el aroma del aceite queda encubierto, por lo que no debe de preocuparnos. Y como no mencionar el hecho de elaborar una malla sin Dip, una malla en seco que por muy compacta que esté, si la fabricamos antes de nuestra sesión irá desprendiendo partículas de engodo y otros elementos, siendo menos compacta y terminando en la sesión de pesca hecha un auténtico churro.



Objetivo de una buena malla de PVA

Como hemos mencionado anteriormente, las claves de una buena malla son la presentación del cebo, la atracción mediante sus aromas y nutrientes que será detectado por los peces y finalmente el factor sorpresa, despertando la pura curiosidad en cualquier lecho de un embalse.

Pero a parte de esos factores, nos queda por hablar del contenido en sí. No se trata de hacer mallas que huelan mucho y sean vistosas con engodos “rojos o amarillos” pues debemos conseguir los factores anteriores durante el máximo tiempo posible.



Para ello, utilizaremos componentes de distintos tiempos de disolución que podrían ser:

-Groundbaits molidos, un tipo de engodo de mucha calidad o incluso el propio mix en polvo de la fabricación de boilies.




-Micro pellets de distintos tamaños, con el fin de que nuestra malla perdure en activo el máximo tiempo posible gracias a los tiempos de disolución de sus componentes.

-Un elemento sólido como pueden ser algunas semillas (previamente rebozadas en engodo para que no estropeen la malla) un boilie partido en tres o sencillamente molido en trocitos más pequeños.



Mallas explosivas

Un ejemplo que podemos mostrar, son los componentes que Dynamite baits nos presenta entre otras muchas marcas del mercado. Los componentes que nos ofrece cumplen con creces con los elementos anteriormente definidos, presentando mallas explosivas.



Entre dos o tres compañeros de pesca, sale muy rentable adquirir cuatro o cinco bolsas de sus diferentes componentes. Si a esto le añadimos que se puede abultar un poco con cualquier engodo que le de cuerpo a las mallas para ahorrar en cantidad utilizada y tenemos en cuenta que al Dip le añadiremos aceite de oliva, les aseguro que sale económico, eficiente y uno tendrá mallas de muy alta calidad para meses.

En mis mallas suelo incluir los Carp Groundbaits como el Amino Black y el Swim Stim Betaine Green. Esta seria la parte de cuerpo en polvo de la malla, añadiendo más tarde los micropellets de 1mm como el Amino Original Carp pellets, sin olvidar los de 5mm de Marine Halibut que tardarán más tiempo en disolverse. Finalmente tenemos ya preparado el Stick mix (boilie molido) que dará solidez y consistencia a nuestras mallas cuando pasen las horas, incorporando junto a este algún boilie troceado en dos o tres partes.


Podemos incluir cualquier tipo de Dip en las mallas (si olvidar el aceite para que estén bien jugosas y retarden la disolución de la malla) pero siendo en este caso de carácter salado en su totalidad, nunca me falta el Dip de Marine Halibut, algo que desprende aceite bajo las aguas en abundancia.


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